El yoga y el buceo tienen muchas cosas en común. Pueden complementarse el uno al otro, pero practicar yoga de por sí no te da una mayor facilidad para el buceo. El buceo al igual que el yoga necesitan una preparación y aprendizaje para su práctica.
En qué se parecen el yoga y el buceo
Relajación. Debajo del agua, hay un sentido de la tranquilidad difícil de reproducir en la superficie. El ritmo de los peces, el vaivén de las algas o de la arena removida y, sobre todo, el silencio te sumen en una relajación total. Igual que cuando se medita, se pierde la noción del tiempo.
Momento presente. Igual que en yoga, buceando hay que concentrarse en tantas cosas al mismo tiempo que es imposible no estar en el aquí y el ahora: compensar los oídos, mantener la flotabilidad correcta, mantener la postura y lo más esencial, respirar.
Respiración. La regla principal, tanto del yoga como del buceo, es el control de la respiración. Aunque en ambos se debe mantener una respiración lenta, profunda y continua, asegurándonos de no aguantar la respiración en ningún momento, esto se hace por motivos diferentes.
La respiración en yoga y en buceo
En yoga, el control de la respiración se hace para calmar y controlar la mente, y favorecer una correcta distribución del oxígeno por todo el cuerpo. Respirando de una forma más profunda, inspiramos más oxígeno y éste está más tiempo en nuestro cuerpo.
En buceo las respiraciones son profundas de una manera tranquila y reposada para adaptarla a las condiciones bajo el agua, el menor consumo de oxígeno y control de la flotabilidad.
Pero lo más chocante para un practicante de yoga es que en buceo se respira por la boca, puesto que el regulador lo llevamos en la boca, pero al ser algo prohibidísimo en el yoga, la primera vez puede resultar “raro” Y si tienes la respiración yóguica muy interiorizada, incluso verdaderamente complicado.
Aunque las técnicas son muy distintas, tienen muchos puntos en común y las dos al finalizar producen una sensación de felicidad y bienestar muy gratificantes
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